Nombre: Viviana María Villa Campillo
Edad: 31 años
Año de graduación CCB: Egresada en 2004
Profesión: Abogada de la Universidad de Antioquia, posgrados en Seguridad Social y Cultura de Paz y Derecho Internacional Humanitario de la Javeriana.
Su viaje por Asia no tuvo mucha antesala, en aquel momento solo se trataba de una pausa, aunque sí pensó que el descanso, la pasión y cientos de experiencias colmarían su álbum de recuerdos. Sin embargo, en un instante, lo que plasmaría en sus memorias se convirtió en su diario vivir.
No tantas personas creen en servir a la comunidad por estos días, pero Viviana María Villa, egresada del CCB en 2004, abogada de la Universidad de Antioquia, es una firme creyente. También cree en hacer las cosas con pasión y en la docencia —sobre todo en la docencia—; por esa razón, tal vez, se quedó viviendo en Ratchaburi, Tailandia.
Lo que, a menudo, suena ingenuo, cliché y superficial en las épocas donde es tan difícil ponerse al servicio de los demás, puede llegar a ser, en realidad, fundamental. Compartir puede unir al mundo. Se escucha frecuentemente que la esperanza de la libertad humana reside en transmitir nuestros conocimientos; es el caso de Viviana, una emisaria desde un continente a otro.
Entre memorias de viaje, aprendió que podía hacer cualquier cosa que quisiera y que sus límites estaban lineados por sus propios miedos. Entendió que era capaz de vivir con lo mínimo y que disfruto muchísimo de su soledad. Además de descubrir un talento oculto para regatear y a comunicarse sin utilizar palabras.
Viviana escribía una historia que había empezado con un prólogo muy diferente al epílogo que la esperaba, dio vuelta a su mundo, pues inició con el propósito de realizar un voluntariado de unos cuantos meses. Cuando viajaba por Vietnam, conoció un grupo de profesoras quienes sembraron en ella previamente esa semilla de la docencia. No obstante, en Tailandia, tuvo la oportunidad de hacerlo en compañía de un misionero colombiano que vive allí.
Su primer acercamiento a la docencia, una experiencia única que influiría en ella más adelante; por primera vez, pensó seriamente que podía dedicarse a aquello. Descubrió un trabajo que la motivaba, en el cual aprendía mientras enseñaba, no en un simple medio para financiarse, estaba convencida que la docencia llenaba todas sus expectativas.
Y así, al acercarse el momento de regresar, y la oportunidad se presentó ante ella, no lo pensó, a la par de un reflejo innato, decidió quedarse trabajando como docente de inglés.
Y entonces, al otro lado del mundo, volvió a su mente el CCB. Estando en un templo hindú, en los alrededores del Himalaya, recordaba a su profesora de sociales, hablando de las cordilleras y los ríos donde se fundaron las primeras ciudades; a su profesor de religión quien, entre tantas enseñanzas, explicó que el hinduismo, más que una religión, es una forma de vida.
Esta experiencia la ha llevado a reflexionar su paso por el colegio, la forma en que los docentes plantaron en ellos el amor por el conocimiento y, así mismo, lo ha tratado de replicar, pues el CCB ha sido su mayor escuela de docencia.
No en vano, Viviana anota: “En mi primera parada en India fue donde más me cuestioné el tema, pues me enfrenté a muchísimas situaciones donde fueron las enseñanzas del colegio las que me dieron las respuestas.”
Para quienes están a punto de terminar, Viviana los invita a buscar su pasión, algo que los motive, puede no ser tan fácil de encontrar, pero nunca dejen de hacer las cosas con pasión.
“Cuando estaba en el colegio, a veces, me cuestionaba ciertas clases o temas y pensaba que eran irrelevantes o pensaba que el grueso de mi formación iba a estar en la universidad. ¡Puff! ¡Qué equivocada estaba! El colegio fue el que me dio todas las armas que después me abrieron las puertas en el futuro”.
La historia de Viviana aún se escribe, una parte central de su mensaje es que todo parte de su pasión. Es una manera de construir puentes, un lenguaje con el cual compartir el mundo.