Nombre: Verónica Yepes Moreno
Edad: 24 años
Año de graduación CCB: egresada en 2012
Profesión: Relacionista Internacional, mención honorífica del Instituto Tecnológico de Monterrey, México.
Sin lugar a dudas, Verónica Yepes Moreno representa uno de los fenómenos que, a veces, pasa desapercibido en un mundo dominado por las tecnologías de la información y la comunicación: la empatía, aquella que motiva miradas humanas, apasionadas y autocríticas.
Actualmente, vive en México y dirige el departamento de comunicación de una compañía minera. No ha llegado allí por un plan perfectamente trazado, pues está convencida que no eligió esta profesión, por el contrario, la profesión la eligió a ella.
“No sé cuánto tiempo vaya a estar en la industria minera; la vida, como dicen, definitivamente da muchas vueltas. Lo que sí sé es que ningún conocimiento es arbitrario: todo sirve y todo vuelve para ayudarnos a superar el próximo obstáculo o la próxima meta”.
Verónica comenta que quiso ser escritora, por lo que comenzó a trabajar en una editorial de negocios en Ciudad de México, donde escribía dos libros: uno de infraestructura y sustentabilidad, y otro de minería.
“Así, desde las palabras, fui conociendo una industria que tiene tantos estigmas de unas malas prácticas del pasado. De no saber nada, pasé a entender muy bien las dinámicas de esta compleja industria, lo que llevó a una multinacional canadiense a buscarme para comenzar a cambiar estigmas de su forma de operar, nuevamente, mediante las palabras”.
Sus metas están claras, es consciente de que el resultado no es propiamente lo que aporta mayor placer, sino el proceso de perseguir sus metas lo que logra la satisfacción más grande; particularmente, por ese sentimiento positivo de fluir en la persecución de la meta.
“A nivel profesional quiero seguir escribiendo(…). También me propongo colaborar para una organización intergubernamental como el Banco Interamericano de Desarrollo o la Organización de Naciones Unidas (…) me inspira el convencimiento que son medios para promover un desarrollo social sostenible en el mundo. También espero seguir aprendiendo (…) Al que lea este artículo le quiero recordar que aprender es una cosa realmente maravillosa y que, en ocasiones, la damos por sentado (…) Aprender es de esas pocas cosas que no necesitan un objetivo; ¡aprender por aprender sí se vale!”
La comunicación es parte de su vida, se dedica a ella. Las palabras tienen forma, fuerza y significado más allá de los códigos. El uso oportuno de las palabras, además, marca la diferencia entre demostrar empatía, apoyo o esperanza, o en un sentido opuesto, transmitir prejuicios o expresar condescendencia. En la comunicación lo realmente válido es conectarse con el otro, generar empatía y establecer relaciones; la manera en que el mundo se comunica, más que cualquier otro factor, determina la forma en que pensamos y sentimos.
Para ella vivir la vida “bien” está intrínsecamente relacionado con ser conscientes. Esta mirada que nos comparte, propia de su visión personal, busca indagar en el interior de cada quien. Del impacto que cada persona tiene en los demás y en el mundo.
Lo que guarda del CCB
Recuerda al CCB con nostalgia y cariño. Cursó desde pre-jardín hasta once de bachillerato en el CCB, un periodo del cual conservó momentos, situaciones, lecciones, sensaciones y experiencias. Los partidos de kickball, sus primeras amigas, las clases de teatro, las enseñanzas de los profesores, los bailes, las convivencias, el coro, el modelo de Naciones Unidas, entre otras gratas memorias de un escenario en el cual creció. Sin importar en qué parte del mundo se encuentre, el CCB siempre será parte de esa ciudad natal que fue su primer hogar.
“Yo tengo la suerte de recordarlo todo con un profundo cariño, no porque mis trece años en el colegio hayan sido perfectos, sino por todos los recuerdos y lecciones de vida que me dejaron.
Pero lo que más recuerdo y de cierto modo añoro, es esa constante que representaba el CCB. Un año se acaba y el siguiente vuelve a empezar con otro ciclo escolar, una familiaridad que se mantuvo por los trece años que estudié en el colegio y que, probablemente, nunca vuelva a encontrar aquí afuera.”
A los jóvenes del CCB, les diría que tengan paciencia. Y aunque ella misma confiesa que no tiene tal don, ha aprendido que es fundamental, pues no todo ocurre de un día para otro, ni nada permanece para siempre.
“Cualquiera que sea su propio proceso para alcanzar sus metas o descubrirlas, confíen en que con perseverancia lo van a conseguir, y esto implica mucha paciencia. Parte de esa paciencia es entender que el futuro puede parecer abrumador, pero que no podemos resolverlo porque no es algo a qué dar solución. Paren, piensen y respiren; hagan hoy lo que puedan para cuidar de su presente y confíen en que el futuro se desenvolverá de acuerdo a ese actuar del hoy”.